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abajo

Las personas que firmamos esta iniciativa no estamos dispuestas a resignarnos ante todo lo que nos está pasando.

Aspiramos a conseguir un Gobierno dedicado al servicio del bien común, a vivir en una auténtica democracia y a seguir disfrutando de los derechos sociales que hemos conquistado a lo largo de decenios y con mucho esfuerzo.

Queremos acabar con la corrupción porque no podemos seguir despertándonos cada mañana con un nuevo escándalo político, un nuevo recorte, una nueva arbitrariedad. No admitimos que quieran acostumbrarnos a convivir con la indecencia política. No aceptamos que la normalidad sea el clientelismo, el abuso y la mediocridad.

Queremos involucrarnos con la verdad, la justicia, los derechos cívicos, la defensa de las víctimas y la reparación que merecen y combatir la involución democrática que se agranda cada día en España de la mano del Partido Popular, la extrema derecha creciente y la jerarquía católica más reaccionaria.

Queremos que no se pierdan los avances en derechos cívicos e igualdad de género conseguidos por los movimientos sociales tras años de lucha.

Queremos que España sea de la gente común y que nos gobiernen políticos identificados con las personas honradas y bien preparadas que día a día, a base de decencia y eficacia, sacan adelante nuestra sociedad, los centros educativos, los hospitales, las empresas y la vida de millones de familias.

Queremos vivir en un país en el que la justicia sea igual para todos y en el que la ciudadanía intervenga de forma directa en el gobierno de los jueces, en donde no queden impunes quienes más culpa tienen en la generación y prolongación de la crisis. Queremos pedir responsabilidades a los que han depredado los bienes y las esperanzas de millones de personas.

Estamos ya hartos de que, con la excusa de Europa, España sufra un retroceso continuo en el bienestar y pierda derechos que costó decenios conquistar. Los gastos públicos y sociales de nuestro país han sido los más bajos de la Europa de los 15. No aceptamos que pertenecer al euro sólo implique la entrega de nuestras mejores riquezas, la destrucción de nuestra actividad productiva o el abandono de nuestra soberanía política en manos de los grandes especuladores. Buscamos una integración de fuerzas europeas que conviertan la Unión en lo que siempre debió ser: un proyecto al servicio de los ciudadanos.

Queremos acabar con la manipulación constante de los medios públicos y asegurar que dejen de estar al servicio de los partidos o del Gobierno de turno porque esa es una de las causas principales de la degradación democrática que estamos sufriendo.

Hay otro camino

Tenemos los conocimientos y preparación suficientes para afirmar con seguridad y convicción que, en contra de lo que se empeñan en decirnos, hay otras alternativas, cuya adopción permitiría superar la frustración ante el bloqueo económico y la degeneración de nuestra vida política. Sabemos que podemos enderezar el rumbo de nuestra economía. Ni nos resignamos ni estamos dispuestos a padecer en silencio las secuelas de un mal gobierno que aplica sin cesar medidas tan injustas como ineficaces contra la inmensa mayoría. Ya hemos llegado demasiado lejos y es el momento de acabar con su incompetencia y servidumbre.

Sabemos que lo podemos hacer y queremos hacerlo juntos.

En primer lugar, debemos acabar con los privilegios de los banqueros. Es necesario garantizar la financiación, disponiendo de entidades públicas que concedan créditos de bajo interés a las empresas.

Es posible aumentar los ingresos privados y públicos para que se reactive la economía, aunque eso obliga a repartir la riqueza de otro modo, frenando su concentración en pocas manos, aumentando el salario mínimo, reduciendo la factura hipotecaria de millones de familias y reformando el sistema fiscal para combatir el fraude y la evasión fiscal.

Es posible replantear el pago de nuestra deuda y hacer frente al fundamentalismo que imponen en Europa los grandes financieros. Incluso, si hiciera falta, podemos replantearnos los términos de nuestra pertenencia al euro y a las instituciones europeas.

Sabemos que se puede evitar el padecimiento diario de millones de personas y la paralización de la vida económica, generando confianza en los inversores a la hora de elegir España. Aunque para ello resulta imprescindible ofrecer una seguridad jurídica consolidada, exigente en la persecución de la especulación, los aprovechamientos ilícitos y las agresiones al medio ambiente y la naturaleza.

Sabemos que es posible mantener los servicios públicos de salud universal, educación, pensiones o atención a la dependencia, garantizar el derecho a la vivienda o disponer de un potente sistema de ciencia y tecnología siempre que no se busque -como ahora- convertirlos en negocios privados. No sólo es posible, sino que sabemos que sólo así se puede garantizar el desarrollo y la sostenibilidad de nuestra economía para el bienestar social.

Sabemos que se puede eliminar la corrupción si se adoptan para ello medidas drásticas, un mecanismo ágil de investigación y sanción en el ámbito administrativo, con participación ciudadana, y un mecanismo eficaz de investigación y enjuiciamiento en el ámbito penal. Deben pedirse responsabilidades a  quienes han mentido y robado y a quienes tomaron a sabiendas decisiones injustas que han arruinado a tantos españoles. Deben aprobarse leyes que garanticen que la ciudadanía sea representada directa y fielmente en las instituciones públicas (y no sólo a través de las cuotas de partidos), porque esa es la mejor manera de acabar con el clientelismo que mueve con cada cambio de gobierno a familias completas, amistades y patrocinados varios a cambio de sumisión.

Llamamiento al compromiso ciudadano

Sabemos que es posible actuar de otro modo y resolver los problemas económicos y sociales que tenemos planteados. Pero es necesario que las respuestas elegidas no estén, como hasta ahora, pensadas sólo en beneficio de grupos empresariales y financieros muy minoritarios. Y para ello es imprescindible que todas las personas de diversas  ideologías y sensibilidades políticas o sociales nos pongamos de acuerdo para forjar una amplia y eficaz mayoría que dé una respuesta contundente, democrática y pacífica a la agresión que estamos sufriendo. Para conseguirlo resulta necesario abrir un proceso de diálogo y convergencia social, lo más amplio posible, asentado en medidas precisas que se orienten a la regeneración política y la reactivación económica.

Por eso hacemos este llamamiento solicitando a la ciudadanía que se comprometa de forma responsable en la construcción de una alternativa política y social basada en los principios de igualdad real, participación, diversidad, pluralidad y defensa de los derechos humanos.

Convocamos a todas las personas y organizaciones sociales y políticas -muy especialmente a las que ya actúan con una importante representación ciudadana y resolviendo problemas directos de los afectados-, para que se manifiesten en favor del diálogo. Que abran en todas las esquinas y caminos de España, en las ciudades y en el campo, en todos y cada uno de los sectores que integran la sociedad democrática, un proceso de confluencia y unidad que, con el amparo de la máxima movilización ciudadana, culmine en la alternativa que ponga fin al drama que estamos viviendo.