Los abajo firmantes, asociaciones, grupos, plataformas y partidos, somos testigos de que día tras día nos golpea la noticia de un nuevo recorte en salud, de cierre de camas, quirófanos y servicios, de incremento de las listas de espera, de nuevas precarizaciones en las condiciones de trabajo del personal del sector y de derivaciones injustificables de la sanidad pública a la privada. Cada día aparece una nueva amenaza contra la integridad de nuestro sistema de salud, o se desafía nuestro entendimiento y razón con declaraciones del todo irreales sobre el “estado del bienestar” que disfrutamos. Pero la realidad refleja la poca transparencia y los amplios nichos de corrupción que corroen el sistema de salud, como demuestran las demandas judiciales a quien exige transparencia, o el menosprecio hacia quien reclama que las cuentas sean claras, y últimamente las represalias de todo tipo contra las personas que cuentan la verdad sobre las urgencias colapsadas, o sobre los recortes a la dependencia, y que pesar de sus limitaciones, se organizan para defender el derecho a un sistema de salud realmente universal y en el que se prime la dignidad en la atención y el trato a las personas enfermas.
Nuestro sistema sanitario público está atravesando un momento crítico que puede hacer imposible su recuperación. Creemos que hay que decir basta y denunciar el desguace del sistema de salud, así como el servilismo a los intereses de la industria farmacéutica y de productos sanitarios, y los fondos de inversión que han convertido la sanidad en su objetivo de negocio. No sólo hay que denunciar las políticas contrarias a la salud y el bien común, sino denunciar también la pretensión de confundir la soberanía popular con el propio interés particular y de clase de una minoría que elabora Manifiestos y proclamas recurriendo a los tópicos de siempre del mundo empresarial privado de la sanidad. La propaganda ideológica no puede ocultar a quién pertenecen esos argumentos y para qué sirven las herramientas que los sustentan, pretendidamente apolíticas.
Por todos los argumentos anteriores queremos someter a amplio debate unos puntos básicos que consideramos relevantes para dar alternativa a la privatización-mercantilización y biomedicalización de la salud pública, apartándola de la influencia del complejo industrial médico-farmacéutico y biotecnológico. Es fundamental construir una propuesta de programa para la Salud y la Sanidad Pública en toda España que pueda ser, en su caso, un punto de encuentro y confluencia para la mayoría de organizaciones que defienden la salud y una sanidad pública para todas y todos, de calidad y acceso garantizado, al servicio de la población española.
En este sentido los abajo firmantes exigimos la puesta en práctica de:
1.- El Derecho a la protección de la salud y a un modelo de asistencia sanitaria pública, de cobertura universal y sin exclusiones, equitativo y financiado suficientemente por impuestos progresivos.
2. – Un Plan de Nacionalización de los servicios públicos de salud.
Hacer que las Consejerías de Sanidad y Salud de las distintas Comunidades Autónomas asuman integralmente las funciones de planificación, financiación, gestión y evaluación de los servicios de salud públicos.
3. – Con el criterio de que todo lo que se paga con dinero público debe ser público, es necesaria la definición y declaración, por parte de dichas Consejerías de Salud, de los proveedores públicos, progresivamente, como medio propio.
4. – Sobre política de los medicamentos: Exigimos un sistema de salud sin la omnipresencia de la industria farmacéutica, y en el que se regulen y se vigilen los conflictos de intereses de políticos, gestores y prescriptores, y se seleccionen los que de verdad son necesarios.
5. – Reforzar la Atención Primaria y Comunitaria, como instrumento básico para la resolución e integración de los circuitos e intervenciones que se realizan sobre la ciudadanía con una dirección general única para todos los equipos de atención primaria del territorio.
6. – Reforzar los programas de prevención, promoción y protección de la salud (alimentación, medio ambiente, salud laboral, salud mental), promoviendo el enfoque de salud en todas las políticas, a fin de orientar las prioridades no sólo a los principales problemas de salud, sino los determinantes sociales de la salud.
7. – Derogación de coREpagos sanitarios y farmacéuticos y compromiso de no imposición de nuevas tasas como el euro por medicamento, como se ha demostrado, significan barreras de acceso al tratamiento.
8. – Una visión mucho más integral de la sanidad y la salud que incorpore los aspectos biológico, psicológico y social. Hay que poner el acento en el papel del trabajador/a social, que junto con el personal sanitario médico y de enfermería de atención primaria, constituye una figura local muy cercana a los sectores más vulnerables y que requieren más solidaridad social.