Con una cifra aproximada de más de 110.000 desaparecidos, España es el segundo país del mundo con mayor número de fosas tras Camboya. A pesar de haber transcurrido más de ochenta años desde el golpe de Estado del General Franco y casi cuarenta desde el res­tablecimiento del régimen democrático, muchos de nuestros muertos continúan hoy en las cunetas.

Son varios los organismos internacionales que se han pronunciado recientemente so­bre la obligación del Estado español de inves­tigar lo ocurrido y de reparar a las víctimas, que ven continuamente sus derechos vul­nerados en este país. El Relator Especial so­bre la promoción de la Verdad, la Justicia, la Reparación y las Garantías de no repetición, Pablo de Greiff, denuncia en su informe del pasado mes de julio la falta de información y la gran dispersión de los datos recabados con respecto a las violaciones de Derechos Humanos que se cometieron en España tras el golpe de Estado de 1936. “No existen censos oficiales de víctimas, ni datos o estimaciones oficiales sobre el número total de víctimas de la Guerra Civil y la dictadura”, señala, habien­do además temas “subexplorados” como el de los trabajos forzosos de presos, muertes en bombardeos, represión, niños robados, o la participación o complicidad de empre­sas privadas en la violación de los Derechos Humanos. Ante la inexistencia a día de hoy de mecanismos oficiales de esclarecimiento de la verdad, De Greiff insta a las autoridades a establecer una institución «independien­te pero oficial» de búsqueda exhaustiva de información. Esta institución o mecanismo, dice, «podría adoptar diferentes modalida­des y formatos, incluyendo la forma de una comisión de la verdad».

 

Es preciso hacer mención al importante papel que presta el apoyo de la comunidad internacional a las Comisiones de la Verdad

En el mismo sentido se han pronunciado también tanto el Comité de Desapariciones Forzadas como el Comité contra la Tortura o el Grupo de Trabajo sobre Desapariciones Forzadas de Naciones Unidas, cuyo informe fue presentado también este mismo año.

En España se han producido ya algunos in­tentos para impulsar la creación de este orga­nismo, el más reciente en 2013 con el lanza­miento de la Plataforma por la Comisión de la Verdad, integrada por distintas asociaciones memorialistas, que quizás no está teniendo la proyección que debería. La mayor parte de la ciudadanía continúa percibiendo este tema en términos binarios, de uno u otro bando o, tal solo, como algo ajeno que no le afecta.

Para que una iniciativa de este tipo pros­pere en el país es imprescindible que exista una campaña previa de información y sensi­bilización. El objetivo de esta campaña sería modificar esa percepción que existe y des­vincular el trabajo de investigación de cual­quier ideología para centrarse en la defensa de los Derechos Humanos en cumplimiento de lo establecido por las normas de derecho internacional, que también forman parte del ordenamiento jurídico español. Además, se­ría de utilidad recabar información durante la campaña acerca de las expectativas y necesi­dades de la ciudadanía.

En realidad todo el proceso de creación de este instrumento ha de ser público y debe contar con la participación ciudadana, al igual que ocurrió en Sudáfrica, por ejemplo. En muchas ocasiones esto no ha sido posible de­bido a la situación de debilidad en que se en­cuentra el país y a los riesgos de regresión au­toritaria. Sin embargo, en España la situación es muy distinta. Con una democracia instala­da desde hace décadas pero en un momento de tremenda crisis institucional, optar por la transparencia en la creación de un mecanis­mo para la defensa de los Derechos Humanos constituiría incluso una importante contribu­ción a la regeneración democrática.

Sin duda, es también necesario que el pro­yecto cuente con el mayor apoyo político po­sible. Lograr un mayor consenso es uno de los factores que determinan el mayor o menor grado de éxito de la futura comisión, porque influirá también en el cumplimiento de las re­comendaciones futuras.

Desde la perspectiva del contexto históri­co, político y social de España, los principales elementos a tener en cuenta en el proceso de constitución de una Comisión de la Verdad en este país –composición, período de tiem­po objeto de estudio, período de funciona­miento, facultades, modo de proceder para la realización de las tareas de investigación y medios con los que contaría– deberían pre­sentar las siguientes características:

  1. A) Composición: no cabe duda de que al igual que en otras experiencias sus inte­grantes deberán ser personas de recono­cido prestigio y con cierta trayectoria en la defensa de los Derechos Humanos. No obstante, debido a la polaridad existen­te en torno a este tema tal vez sería de utilidad contar con la participación como miembro de algún experto internacional que dotase a la Comisión de una mayor objetividad. Por supuesto, deberá contar además con apoyo de expertos en todos aquellos campos que sean necesarios para la investigación: historia, psicología, derecho etc.
  2. B) Período objeto de estudio: parece cla­ra la necesidad de iniciar las investigacio­nes en el momento del golpe de Estado, para incluir los hechos acaecidos durante la Guerra Civil, porque reducir la investi­gación a la Dictadura amenazaría seria­mente la percepción de objetividad. Sin embargo, quizás presenta mayor dificul­tad determinar la fecha final del período a investigar. El entonces magistrado de la Audiencia Nacional, Baltasar Garzón, en su auto de 16 de octubre de 2008 establecía diciembre de 1951 como fecha límite para la investigación, pero esto dejaría fuera muchas de las actuaciones que se llevaron a cabo en las últimas décadas del franquis­mo. Sería un terrible error que tras tantos años de espera, se creara un instrumento con deficiencias. Quizás sería más ade­cuado prolongar la investigación hasta la muerte de Franco o, incluso, hasta la pro­mulgación de la Constitución de 1978, sin olvidar que aún se produjeron casos de ni­ños robados con posterioridad a esa fecha, en aplicación de un sistema gestado por el régimen franquista. Debe admitirse esa conexión para que no haya víctimas que se vean nuevamente olvidadas.
  1. C) Período de funcionamiento: debido al extenso lapso de tiempo a estudiar y a la gran diversidad de situaciones objeto de estudio parece razonable establecer un período amplio no menor de dos años. Así fue previsto en Brasil para el trabajo de la Comissao Nacional da Verdade, que se creó por cierto en un escenario y con unas características similares a las que podrían presentarse en España.
  2. D) Facultades/mandato: al no darse en este caso ninguna de las amenazas propias de un período de transición y persistir no obstante ciertas reticencias por parte de algunos sectores de la sociedad española, parece necesario dotar a la futura Comi­sión de las máximas facultades para llevar a cabo su trabajo y poder recabar toda la información, testimonios y actuaciones de las instituciones del Estado que sean nece­sarias. Todas las violaciones de Derechos Humanos deben ser investigadas.
  3. E) Modus operandi: en este punto nos encontramos con que la máxima dificultad para llevar a cabo sus tareas será sin duda el largo tiempo transcurrido desde que se produjeron los hechos, lo que repercute no solamente en los documentos que hayan podido ser destruidos sino también por aquellos testigos que ya no están. En el informe de De Greiff se hacía precisamente hincapié en la necesidad de recoger cuanto antes los testimonios orales de las víctimas y testigos directos, dado lo avanzado de su edad y el consiguiente riesgo de pérdida de esta información. Siguiendo el ejemplo del modelo sudafricano, es muy probable que optar por dar publicidad y difusión a las audiencias con estas víctimas pudiera tener efectos catárticos tras haberse visto estas durante tanto tiempo silenciadas. No obstante, cada persona debe tener siempre la opción de elegir cómo prestará su testimonio, porque como ya se ha mencionado, a veces la publicidad puede resultar contraproducente. Además, y debido precisamente al avan­zado estado edad de las personas impli­cadas, sería fundamental que a medida que se avance en la investigación se vaya dando orden para proceder con las exhu­maciones de los familiares desaparecidos.
  1. F) Medios: la Comisión deberá contar con todos los recursos necesarios para desa­rrollar las tareas que se le encomienden. El apoyo internacional, tanto técnico como financiero, debe ser indispensable para contrarrestar la polarización social, y no sólo desde el ámbito de Naciones Uni­das sino muy especialmente de la Unión Europea, que ya en el Programa de Esto­colmo 2010-2014 afirmaba como uno de sus objetivos propiciar la reconciliación y el mantenimiento de una memoria histó­rica en estados afectados por crímenes de genocidio, de lesa humanidad y de guerra. Sería quizás una oportunidad de reden­ción para esa Europa que luchó contra los fascismos más allá de los Pirineos pero se empeñó en mirar para otro lado mientras en España se cometían las más graves vio­laciones de Derechos Humanos.

En definitiva, el paso del tiempo quizás haya favorecido en España la estabiliza­ción institucional y la democracia, pero dista mucho de ser suficiente para cerrar las heridas causadas por un pasado injus­to. Mirar de frente ese pasado no significa reabrir heridas porque en realidad estas nunca llegaron a curarse, pero tal vez per­mita a este país poder cerrarlas al fin.

Las Comisiones de la Verdad:
El pasado frente al espejo
Análisis comparativo de distintas experiencias y reflexión sobre la aplicación de este instrumento al caso español

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