Baltasar Garzón, el juez español que ordenó la detención del dictador Augusto Pinochet, y más de cien prestigiosos juristas de todo el mundo trabajan para que los grandes delitos económicos, financieros y medioambientales puedan ser perseguidos internacionalmente. Con un arma: la Jurisdicción Universal.
Jueces, fiscales y abogados tratando de conseguir que, además del genocidio y los crímenes de guerra, acciones como especular con alimentos de primera necesidad, emitir bonos basura, despilfarrar dinero público o contaminar a gran escala sean denunciables internacionalmente y considerados Crímenes Contra la Humanidad.
En nuestra historia han existido visionarios que han entendido mucho antes que el resto que la esclavitud, el colonialismo o el apartheid no era el orden natural de las cosas, sino prácticas inmorales de una minoría que debían ser considerados ilícitos. En la actualidad, un juez lidera un movimiento internacional para que entendamos que los grandes fraudes económicos no son deficiencias del sistema, sino actos premeditados de una élite, que deben ser reconocidos como delitos.
Buenos Aires, septiembre de 2015, durante el Congreso de Jurisdicción Universal, se aprueba la nueva lista de delitos contra la humanidad, incluyendo las características que hacen que determinadas decisiones sean tipificadas como delitos económicos o medio ambientales contra la humanidad. Todo este esfuerzo ha de llegar a las legislaciones nacionales. Buenos Aires es el punto de partida para que un grupo de mujeres y hombres pioneros, liderados por el juez Baltasar Garzón, luchen para modificar el actual estado de impunidad, utilizando su talento, imaginación y conocimiento.
En un planeta de 8.000 millones de habitantes las decisiones económicas irresponsables pueden ser catastróficas. Los activistas jurídicos quieren acabar con la impunidad. Luchando unidos por el bien común y por el fin de la impunidad de los grandes crímenes económicos, financieros y medioambientales.
Nota del director
Colaborar en la explicación del proceso que los protagonistas del film están llevando a cabo en pro de la justicia y los derechos humanos en todo el mundo es, además de un privilegio y una gran responsabilidad, una gran oportunidad. Estimo de gran importancia –dados el histórico aislamiento de los poderes judiciales y su perversa utilización por parte de los poderes políticos y económicos– ayudar a acercar el lenguaje jurídico y a sus representantes a la mayoría de la población.
Democratizar el lenguaje jurídico, conocer los mecanismos judiciales y a sus actores, cuestionar las formas de ejercer sus profesiones, de la mano de una selección de más de cien juristas de todo el mundo y de reconocido prestigio internacional que se han unido para luchar contra la impunidad de los grandes delitos económicos, financieros y medioambientales, es un noble objetivo.
Es una película de héroes, juristas valientes, personajes clásicos del cine negro.

Carles Caparrós i Obiols
Nuestro equipo lleva ya tres años desarrollando The Code, convencidos de la importancia del proyecto para dar a conocer el trabajo de estos activistas legales entre la ciudadanía para que puedan exigir a sus políticos que incorporen estos cambios en sus legislaciones y en las relaciones internacionales que establezcan.
Hablamos de establecer un nuevo código de las relaciones humanas, un código de convivencia, acorde a los nuevos retos que supone un planeta en continuo crecimiento y cambio constante.
Hasta la fecha hemos entrevistado a decenas de expertos y hemos grabado en tres países: Argentina, España y Senegal, donde acudimos en mayo de 2016 a la lectura de la sentencia condenatoria por Crímenes Contra la Humanidad contra el ex dictador de Chad, Hissène Habré.

Ahora necesitamos vuestra ayuda para terminar la producción y hacer que el proyecto se convierta en la película que queremos lanzar al mundo para que pueda marcar la diferencia.

Después de 3 años trabajando en el proyecto, lanzamos una campaña de crowdfunding para conseguir los fondos que necesitamos para finalizar el proyecto. La cantidad recaudada irá destinada a cubrir los costes de postproducción de imagen y sonido, el material de archivo, licencias de músicas, traducciones y también gastos de difusión y promoción. Si logramos la financiación necesaria, confiamos en terminar la película para el otoño de 2017.
Así emplearemos el dinero:

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