Artículo de Ernesto Ekaizer publicado en ElPaís.com

 

ernesto ekaizerEl martes pasado, día 13 de agosto, la agenda de la instrucción de los papeles de Bárcenas en el Juzgado Central de Instrucción número 5 de la Audiencia Nacional preveía una declaración a la que, mediáticamente hablando, le hacían sombra tres testimonios estelares. El ex gerente Cristóbal Páez era poca cosa, si acaso un episodio rutinario, en comparación con los ex secretarios generales del Partido Popular, Francisco Álvarez-Cascos y Javier Arenas, y la secretaria general desde junio de 2008, María Dolores de Cospedal.

Y, sin embargo, Páez iba a autentificar un par de renglones, según los cuales había cobrado 12.000 euros en negro, de ese «papel arrugado», como ha bautizado el presidente del Gobierno Mariano Rajoy el 1 de agosto de 2013, en el Parlamento, la contabilidad manuscrita de Luis Bárcenas y Álvaro Lapuerta. El concepto displicente «papel arrugado» sustituía a la «fotocopia», una palabra acuñada por el PP que sirvió de argumentario central durante la campaña de seis meses impulsada contra las fotocopias fidedignas publicadas por EL PAÍS el 31 de enero de 2013. Pero la declaración del testigo Páez daría mucho más de sí.

Luis Bárcenas llama a Páez para ser su adjunto en 2005. Cuando Rajoy asciende a Bárcenas al puesto de tesorero nacional, en junio de 2008, Páez pasa a ser gerente. Este abogado laboralista había asesorado desde fuera del PP a Bárcenas con dictámenes y asesoramientos de su especialidad, entre 1986 y 1996. Siempre cobraba, según declara, por factura. Y…en negro. Páez era, pues, un testigo de cargo sobre algunos entresijos del PP durante el periodo posterior al estallido del caso Gürtel, en febrero de 2009. Sobre ese lapso de tiempo en el que, según explicó Rajoy  a los diputados, «el señor Bárcenas ya no tenía responsabilidades» en el partido.

Pero, antes, Páez también ofrece alguna pista sobre el papel de Bárcenas en la campaña electoral de 2008 y, por esta vía, de la relación entre el entonces gerente Bárcenas y Rajoy. «Yo fui administrador general de esa campaña porque Bárcenas era candidato

[a senador por Cantabría], pero quien continuaba llevando todo era Bárcenas. Creo que siempre lo fue». Y Rajoy coordinó la mayoría de las campañas electorales. Y en 2004 y 2008 fue «el candidato».

El viaje al interior del cuartel de la madrileña calle de Génova con Páez como guía es un periplo hacia lo que podríamos llamar «la dualidad de poder» que se desarrolla en torno a la tesorería del partido, entre julio de 2009 y abril de 2010, como mínimo. Porque los poderes omnímodos formales de Bárcenas duran hasta octubre de 2010. Es el periodo de la lucha entre Cospedal y Bárcenas.

Cuando en febrero de 2009 aflora la instrucción que el juez Baltasar Garzón viene desarrollando sobre el caso Gürtel bajo secreto sumarial desde agosto de 2008, Bárcenas, por temor a un registro de la sede del PP, le confía a Páez una carpeta con papeles. Ese temor es lógico. El 6 de febrero de 2009 se llevan a cabo 16 registros en oficinas y domicilios de la trama de Francisco Correa, donde se consiguen documentos y el famoso pen drive con la contabilidad secreta de las empresas del grupo. Según ha declarado Bárcenas el 15 de julio pasado, era la contabilidad B, sus papeles manuscritos y otros documentos. Páez testifica que sí, que ha recibido en custodia una carpeta.

No tiene problema en guardar la carpeta de su jefe, la persona que le ha ayudado en su relación con el PP. Bárcenas le ha conseguido en su día, por ejemplo, el puesto de agregado laboral en la embajada española en Buenos Aires. Dice en su declaración, según acabamos de señalar, que no abre la carpeta. Para no abrirla, empero, sabe de su contenido. Responde, al exhibírsele la contabilidad manuscrita de Bárcenas y Lapuerta, que no es eso lo que le confió Bárcenas. Pero dice, también, que esa carpeta le «quema». Lo que él vio, sin ver, claro, eran «facturas de diversas empresas» y «hojas de cálculo». Cuando también se le muestran unas hojas en formato Excel aportados por Bárcenas, contesta: «No sé si son esas u otras las que me dejo Bárcenas en custodia. Pueden ser». Su descripción de la situación que se abre tras la renuncia «transitoria» de Bárcenas al cargo de tesorero, en julio de 2009 es ilustrativa.

Las relaciones entre Páez y Bárcenas se deterioran. Bárcenas recela de Páez porque se reúne con Cospedal y a su vez la secretaria general le reprocha que siga despachando con Bárcenas. El hombre está en el medio. Además, Bárcenas escucha cotilleos según los cuales Páez le está poniendo mal en ciertos círculos del partido. Páez lo niega cuando su ahora jefe de facto se lo recrimina. «Cospedal asume la firma pero Bárcenas seguía estando ahí con funciones de tesorero. La gerencia le respondía a Bárcenas. Él me amenazó. Me llamó a su despacho y dijo que me iba a arrancar la cabeza y que yo estaba acabado», explica Páez. «Bárcenas se pone muy violento», enfatiza. Este hombre, que puede medir alrededor de 1,90 metros de altura, con un estado físico bastante bueno, no cree, pues, que es broma. «Yo me tomé en serio las amenazas. El contexto era una guerra entre Cospedal y Bárcenas». Estar en el medio entre sus dos jefes le resulta tan insoportable que nuestro hombre decide hablar con Rajoy, quien le había señalado que despachara con Cospedal.

El presidente del PP, al oír su relato, le dice que ya se solucionará. Pero es Cospedal quién ante la salida «definitiva» de Bárcenas, en abril de 2010, le anuncia que él, Páez, también dejará el partido por decisión del presidente. Y la secretaria general, en funciones de tesorera, negocia con él una generosa indemnización de 560.000 euros.

Otro personaje

El otro personaje de estos días, cómo no, es Javier Gómez de Liaño. ¿Qué papel interpreta en las declaraciones el letrado de Bárcenas? En el caso de Páez, al letrado le interesa sellar la «custodia» de los documentos, la proximidad y deterioro posterior de la relación entre Páez y su cliente, y una pregunta de intriga. ¿Sabía Páez que Luis Bárcenas le informó a Rajoy que le había dejado los documentos en custodia? No, contesta Páez. No lo sabía.

Pero tanto con Arenas como con Cospedal, el letrado de Bárcenas parece más interesado en lanzar mensajes con la intención de que sean objeto de reflexión posterior. Pequeñas cargas de profundidad. Es el caso de la ya célebre comida en el restaurante Oriza de Sevilla en la que, Bárcenas, según su versión, le anticipa a Arenas el contenido de la primera comisión rogatoria de Suiza, la de los 22 millones de euros. Los documentos de esa comisión han sido remitidos por la Fiscalía suiza el 20 de noviembre  de 2012 a España. Destino: la Subdirección de Cooperación Jurídica Internacional del Ministerio de Justicia, calle de San Bernardo, 62 de Madrid, a tiro de piedra de la sede del Ministerio, calle de San Bernardo, 45.

El hecho es que desde allí son enviados al Juzgado Central de Instrucción número 5 de la Audiencia Nacional. Fecha de entrada: 3 de diciembre de 2012. Se envía a la UDEF, la Policía Judicial, y al tiempo se ordena su traducción al español. Cuando Arenas come con Bárcenas en el restaurante Oriza, el 14 de diciembre de 2012, los papeles de la comisión rogatoria ya llevan varias semanas en España. Entre la llegada de los documentos, a finales de noviembre de 2012, y la traducción y la incorporación a las actuaciones sumariales, a mediados de enero de 2013, han pasado unos cuarenta y cinco días. ¿Le ha dado alguien un aviso al ministro de Justicia, Alberto Ruiz-Gallardón? Es la pregunta del millón.

Volvamos a Gómez de Liaño. Ante la falta de memoria de Arenas sobre la comida con Bárcenas, el letrado le ayuda a refrescarla. Primero, asegura ante el juez y ante Arenas que su cliente posee los billetes del AVE que cogió la mañana del 14 de diciembre de 2012. Era viernes. «Porque usted no podía el miércoles [día 12 de diciembre]». Arenas no recuerda. El letrado añade: «Además, mi cliente conserva soporte documental de la reunión». ¡Bingo! Pero Arenas dice no tener  «soporte documental» de sus comidas.

La declaración como «depósito de mensajes» prosigue, en efecto, al día siguiente, con María Dolores de Cospedal. La secretaria general ha dado, básicamente, en respuesta a una letrada y a un letrado de las acusaciones populares, la misma versión que ofreció Luis Bárcenas el 15 de julio de 2013 sobre el pacto por el cual el entonces tesorero nacional deja en abril de 2010 el puesto de manera «definitiva». Es una negociación que desarrollan el «presidente de mi partido y el señor Arenas» con Bárcenas. Los puntos del acuerdo son: el uso puntual del coche, la secretaria, una «salita» para que deje sus cajas, el pago de los gastos de su defensa y la indemnización [255.600 euros al año en 14 pagas abonadas como nómina, desde el 16 de abril de 2010]. Ella es informada tiempo más tarde. ¿Quién se lo dice? El presidente del partido. Es decir: Rajoy.

Y Gómez de Liaño, ¿cuál es su interés en la declaración de Cospedal? Sobre todo después de tanto enfrentamiento y de ventilación de los choques entre su cliente y la secretaria general. Quiere que precise desde cuando ya no tiene relación con Bárcenas. Abril, mayo o junio de 2009, responde la testigo. Ella afirma que su relación con Bárcenas «es inexistente». Pregunta el letrado por los ingresos de Bárcenas que paga mensualmente el PP. Cospedal responde que eso es lo que se pactó. Le pregunta por los apuntes contables según los cuales ella cobró dinero negro en 2008 («Dietas Cospedal»). Si los apuntes de Páez son ciertos, ¿los suyos son falsos? Ella responde que sí, que son absolutamente falsos.

Y, entonces, llega el mensaje. ¿Conoce a Antonio Vilella? Se trata del apoderado de Constructora Rubau, que ha dado un donativo de 63.000 euros al PP. Un hombre que, según Páez, iba por la sede de Génova. Cospedal dice que le conoce poco. Que cuando ella era consejera de Transportes en la Comunidad de Madrid, Vilella la visitó para presentarle la empresa que tenía entonces. Gómez de Liaño pregunta si tiene alguna relación con él. La testigo señala que tiene una relación vía familiar. ¿Fin de la cita? En el juzgado sí.

Fuentes próximas a Bárcenas van diciendo cosas desde hace largos meses. Antonio Vilella tiene amistad y ha mantenido una relación de negocios con Ignacio López del Hierro, esposo de Cospedal. He aquí la relación «familiar». Cuando Vilella se hizo cargo, a finales de los años noventa, de la gestión de la empresa Construcciones y Gestiones de Servicios, propiedad de la ONCE, López del Hierro fue contratado para hacer gestiones por las que lógicamente cobraba religiosamente. Por tanto, Gómez de Liaño avisa. El que avisa, parece decir, no es traidor.

En Los chantajistas no disparan, su primer cuento corto, diciembre de 1933, el escritor norteamericano Raymond Chandler hace decir a un capitán de detectives de la policía de Los Angeles, California:

-Un trabajo fácil y agradable, el chantaje. No tendría por qué convertirse en algo turbulento.

Y Mallory, el primer detective privado de las novelas de Chandler, asiente:

-Sólo un trabajo fácil, jefe. Casi afeminado, si comprende lo que quiero decir.

Bien.

Javier Gómez de Liaño se hizo cargo de la defensa e inmediatamente pronunció la palabra «chantaje» al ser entrevistado por el periodista Carlos Herrera en Onda Cero. Dijo: «Mi consejo es que se actúe con arreglo a criterios de legalidad. El chantaje lo descarto por principios indiscutibles». Ahora, a la vista del impacto de la comida del 14 de diciembre de 2012 y del «soporte documental» que él mismo introduce al final de la declaración de Arenas, sobre las cinco de la tarde del pasado martes 13 de agosto, Gómez de Liaño ha aclarado que «ni afirma ni desmiente» la existencia de grabaciones.

«Que existen unas grabaciones concretas y determinadas sobre ciertos particulares eso está por ver. Yo he dicho ayer que ni afirmo ni niego, pero no porque quiera eludir la pregunta. Es porque mi norma es no comentar nada que afecte a la propia instrucción y porque eso significaría una falta de consideración hacia el propio señor magistrado instructor», ha declarado al pie del cañón, en entrada de la cárcel de Soto del  Real. Siguiendo a Gómez de Liaño: ¿Esas grabaciones concretas y determinadas están por ver? ¿O por escuchar?

Al día siguiente, vuelve el letrado sobre el tema. «Que la conversación..no..», corrige, «que la reunión se produjo, sí. Que haya un soporte, que es por lo que usted me pregunta yo lo ignoro. ¿Puede existir? Quizá exista. Que no exista, no lo sé».

En el cuento de Chandler, en cierto momento, un matón gruñe:

-Los chantajistas no disparan -muñeco -. ¿O sí?