Artículo de José Antonio Pérez Tapias publicado en Granada Hoy y en el blog del autor

 

Crisis q vieneLa vida humana está devaluada de tanto verse expuesta a procesos de compraventa. Por ello, la darwiniana lucha por la supervivencia pierde capacidad como clave de su despliegue en sociedad. Sigue habiéndola, pero es asunto de aquéllos a quienes el infortunio pone en la miseria o al borde de la misma. Aunque ese hecho afecte a millones de personas ha dejado de ser determinante del orden social que definen los poderes económicos. A dichos poderes, y a los poderes políticos que son sus brazos ejecutores, no les importa mucho qué pase con los que bregan por sobrevivir.

Actualmente la lucha relevante no es ya la que se da por la supervivencia, sino la que está en marcha por los recursos. El dominio sobre éstos se dilucida entre entidades financieras, empresas transnacionales, oligarquías económicas y Estados. En el desregulado capitalismo del mercado global se libra la guerra por acaparar los recursos del planeta: agua, petróleo, minerales, madera y alimentos, sin dejar fuera la tierra como sostén de todo ello. Las batallas de esa guerra ocurren, además, a imagen y semejanza de las del mundo financiero, con miras puestas no en la satisfacción de necesidades, sino en especular con la producción futura en torno a esos recursos.

El capitalismo financiero ha impuesto sus pautas a la economía en su conjunto, llevando la especulación a todos los ámbitos. Ante ello, EEUU y China pactan ámbitos y modos de actuación a modo de nuevo reparto neocolonialista; Rusia recupera influencia; Europa quiere resolver sus problemas financieros para no quedar fuera de órbita y países “emergentes” se incorporan a una lucha en la que no están dispuestos a quedar excluidos. Véanse desde esa perspectiva las tensiones en torno al petróleo de México y Venezuela, a las reservas de la Amazonia brasileña y ecuatoriana, a los potenciales agropecuarios del Paraguay o a los recursos de la Argentina. África se desangra a la vez que se vende.
La lucha por la supervivencia comporta conflictos en las sociedades; la lucha por los recursos, además de violencia intrasocial, hace subir el potencial de conflictos internacionales. En medio de ellos la vida de los individuos se ve reducida a magnitud despreciable y, si mueren o son asesinados, eso no pasa del cómputo que nadie hará de la violencia que recae sobre una humanidad sacrificada en la lucha por los recursos del capitalismo salvaje y voraz que nos destruye.