Artículo escrito por Javier F. Negro en: «Diagonalperiodico.net»
La palabras que hilvano hoy en el espacio que compartimos son fruto de una pequeña reflexión, por tanto, bueno es –como siempre– que el lector interactúe, si lo considera, a través del apartado de comentarios.
Es indiscutible que la Historia ha sido y sigue siendo una herramienta muy eficaz dentro de la política. Parafraseando a Finley, su “uso y abuso” es una constante latente por medio de grupos de cierta ideología que cuentan con peones cuya misión es hacer y deshacer a su antojo la carcasa de una disciplina científica. La intencionalidad es por todos conocida, atraer a las masas con mensajes claros y directos, en aras, de legitimar dicha postura, algo muy propio de las corrientes nacionalistas, emergentes en la centuria decimonónica. Es evidente que los constructos de los movimientos nacionales son mucho más complejos. El problema viene con la mitificación y la épica que a ello se le da, generando el orgullo patrio en parte de la ciudadanía, caso claro: Gibraltar.
Con tal atmósfera, en la que la Historia juega un papel importante para las esferas políticas, debería no entenderse su método de enseñanza en los colegios e institutos, así como la desafección que siente la sociedad sobre la misma. En principio se nos presenta una gran contradicción, sin embargo, no es difícil dilucidar que no hay casualidades sobre el asunto. La Historia y las diversas disciplinas humanísticas han sufrido un desprestigio intencionado por parte del sistema, calando en el pensamiento de muchos colectivos ciudadanos. De tal modo, poner en tela de juicio a los que realizaban estudios que no fueran ingeniería o similares se convirtió en moda en la primera década del año 2000. Parecía ser que la inteligencia se medía por el tipo de estudios que realizabas, así, existían carreras de primera y carreras de segunda, una calamidad que ha intentado quitar las herramientas para comprender el mundo en el que vivimos, así como las herramientas de defensa ante el mismo, sin dar opción para al construcción de otro muy distinto.
El juicio crítico es esencial en el ser humano y, cada vez se ve más reducido. En el Estado español la Historia no “vende” sólo las mitificaciones y como diría Machado: “charanga y pandereta”. Por ello, parece adquirir mayor importancia el lugar de nacimiento de Cristóbal Colón que lo que fue capaz de conseguir y para quién. Frecuentes siguen siendo hoy en día etiquetas como Reconquista y Guerra de la Independencia, fruto de la exaltación patriótica que permanece vigente por los campos de Castilla.
En definitiva, el uso de la Historia como arma política es una realidad. Para ello, resulta necesario que la población no adquiera comprensión en dicho campo, pues en tal caso la jugada no saldría bien. Quién tiene entre sus manos la Historia, tiene el poder ante individuos cada vez más privados de memoria, no lo olvidemos.
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