Recientemente he leído algunos artículos de prensa en donde, o bien distinguidos periodistas, de todos conocidos por sus opiniones, o bien políticos (mayormente los que han detentado el poder en los últimos años), muestran su asombro ante la posibilidad de perder su estabilizada y confortable situación y hablan del “extraño” fenómeno del auge de los que ellos denominan grupos o partidos “antisistema” o incluso «apolíticos».

Antes que nada habría que definir lo que pudiera entenderse por «antisistema» o «apolítico» y para ello habría que definir primero lo que es el «sistema» y la «política» para unos y otros. Porque tal vez lo que entienden unos como tal, no es lo que entienden los otros y por tanto ahí es en donde resida la clave del problema. Tal vez, en ese caso, aquellos pudieran tener razón y sea cierto que los nuevos partidos, grupos, asociaciones y movimientos sociales que han surgido en los últimos años sean “antisistema” y “apolíticos”.

Si por sistema se entienda la forma en que se ha practicado la política en los últimos años, evidentemente aquellos estarán en lo cierto y estos nuevos grupos, partidos, movimientos sociales, asociaciones que piden un cambio en estas formas de hacer política son “antisistema”. Si el sistema es la corrupción generalizada que esta carcomiendo los fundamentos de la democracia en sus raíces más profundas, el amiguismo y una visión de la política como profesión y medio de enriquecimiento personal. Si el sistema es el contemplar, sin sonrojarse, cómo la población ve cómo los avances en asistencia social, sanidad, educación, vivienda, justicia, participación van perdiéndose a pasos agigantados, mediante privatizaciones escandalosas en cuyas redes económicas esos mismos políticos encuentran acomodo para el resto de sus vidas. Si el sistema es contemplar cómo el país está cada vez más empobrecido, con menos posibilidades de trabajo, con una juventud a la que la única opción que se les ofrece es abandonar sus amistades y a su familia, para buscarse la vida en otros lugares. Si el sistema es el monolitismo de los partidos con listas cerradas que controlan las cúpulas de los mismos, impidiendo una mínima crítica de sus decisiones, so pena de caer en desgracia y ser borrado de las próximas listas, lo cual conlleva una actitud de mero acompañamiento en los lugares de representación popular. Si el sistema y la política consisten en depositar un voto cada cuatro años y ser olvidados por aquellos en los que hemos depositado nuestra representatividad en los órganos de gobierno y representación, durante todo ese tiempo. Si ser antisistema es pedir que la cultura esté al alcance de cualquier ciudadano y denunciar que los recortes a lo primero que van dirigidos es a una degradación de la oferta cultural a todos los niveles. SI ser antisistema es pedir unas televisiones públicas, controladas democráticamente y puestas al servicio de la ciudadanía y no una simple cadena de transmisión de propaganda de las directrices de los partidos en el poder. Si ser antisistema es el exigir responsabilidades, e incluso penas de cárcel, a los responsables políticos que tomaron decisiones claramente erróneas, como fueron las construcciones de aeropuertos inutilizados, AVE´s, Palacios de las Artes y de las Justicias y tantas otras obras faraónicas, utilizando dinero público y de las que los grandes beneficiarios fueron ellos mismos, como ha sido demostrado posteriormente. Si ser antisistema es pedir cuentas de los dineros públicos invertidos en los grandes grupos financieros y que son los mismos que, basándose en políticas injustas y aceptadas por esos mismos políticos, han dejado sin hogar a miles de personas. Si ser antisistema es la denuncia de no tener acceso a una Justicia al alcance de todos, mediante una política de tasas que solo ha beneficiado a los más fuertes. Si ser antisistema es exigir que el tener un puesto de representación, como mandato de sus votantes, no suponga un seguro de por vida en condiciones muy distintas a las de cualquier ciudadano que lleva mucho más tiempo cotizando. Si ser antisistema supone exigir que nuestros representantes ejerzan su trabajo por vocación y con espíritu de servicio y sin que ello suponga el acceso a unos niveles de vida muy superiores a los de cualquiera de los ciudadanos que les han votado. Si todo lo anterior supone ser antisistema, creo que aquellos están en lo cierto y que todos esos grupos y partidos, nacidos como respuesta y en contraposición a ese “sistema” de hacer política, son “antisistema”.

Y los que se extrañan, se asustan y despotrican de esos “antisistema” y “apolíticos” lo que hacen es única y exclusivamente mostrar el miedo que les está comenzando a subir, como una bilis negra nacida muy adentro, ante la visión de no poder defender por mucho tiempo el “sistema” y la “política” tal y como ellos la entienden.

A todos los “sistema” yo les pediría que bajasen a la calle en algún momento y escuchasen los gritos de la ciudadanía que están hastiados y hartos de su “sistema” de hacer “política”. Que escuchen que la calle está pidiendo un sistema diferente al suyo, basado en la solidaridad, en la lucha por una sociedad más justa, en la que todos tengan derecho a una vida más feliz, en que las necesidades básicas estén cubiertas y en donde la participación ciudadana sea el eje y el motivo de toda decisión. Se darían cuenta entonces que el problema es que el “sistema” del que hablan es diferente al de esos otros y por tanto también la forma de hacer “política”.

Demos una oportunidad a esas nuevas formas de hacer política y a ese nuevo sistema, demos la oportunidad a todos los que lo están pidiendo a gritos: nuevos partidos, agrupaciones, movimientos sociales, individuos aislados… Démosles incluso la posibilidad de poder equivocarse y avanzar en las soluciones paso a paso pero, sobre todo, contando con la gente que les ha votado, siempre contando con ellos.

El sistema y la política de antaño, y con ello los políticos que las han manejado, ya han tenido el tiempo suficiente y han mostrado todo lo que son capaces de dar y hacer. La gran mayoría de los ciudadanos quieren algo diferente y saben que estos que acusan a los otros de ser “antisistema” y “apolíticos” no se lo van a poder dar porque, simplemente, hablan lenguajes muy distintos y así nunca podrán entenderse.

 

Angel Viviente Core

Convocatoria Cívica

Coordinador General