Artículo escrito por Baltasar Garzón, Federico Mayor Zaragoza, Luis García Montero, Juan Torres, Antonio Gutiérrez, Pilar del Río y Gaspar Llamazares publicado en InfoLibre.
Los últimos escándalos y polémicas que han afectado a la política internacional española sólo son síntomas coyunturales, pero evidentes, de una desorientación profunda. La imagen exterior de España está sufriendo, y es algo que se constata en todos los foros, un enorme deterioro por culpa de la corrupción, la deriva económica y los desarreglos institucionales que marcan la situación interna del país. Pero a este deterioro se añade una pérdida de prestigio muy preocupante por lo que se refiere al peso y a la imagen de nuestras relaciones internacionales.
Las bravatas del ministro de Asuntos Exteriores sobre Gibraltar nos devuelven a la demagogia de un pasado franquista. El grito de “Gibraltar español” suena a rancio y trasnochado en el seno de una Comunidad Europea que debe preocuparse más de la calidad de vida de sus ciudadanos que de cuestiones viciadas de soberanía. No tiene ningún sentido empeñarse en borrar los avances logrados en años anteriores para imponer de nuevo una tensión que sólo provoca el extremismo de las posturas y la imposibilidad del acuerdo.
La inteligencia cotidiana de los pueblos ha extendido una colaboración económica, laboral, turística y cultural muy beneficiosa para la zona. No hay motivos para abandonar un espíritu de diálogo que facilite el avance conjunto y el trabajo en común. Romper esa colaboración en nombre de tensiones huecas supone sacrificar la vida y el futuro de la gente a una demagogia política que, en la vieja tradición del patriotismo cuartelero de la dictadura, sólo sirve para ocultar sentimentalmente los problemas más serios de la situación española.
Pero más grave que la enésima versión veraniega del conflicto sobre Gibraltar resulta la pérdida de prestigio de la política exterior española en América Latina. Después de años de ocupar un puesto destacado en la cooperación y en la defensa de la justicia internacional, nuestra presencia ha desaparecido. El Gobierno no sólo ha renunciado a participar en proyectos nuevos, sino que ha abandonado los ya iniciados sin cumplir muchos de los que estaban en marcha.
Los españoles que viajan por motivos de trabajo tienen la desagradable oportunidad de comprobar que la pérdida de prestigio de España en países como Argentina, Venezuela o Ecuador, entre otros, no se debe al alejamiento de sus dirigentes, sino a una opinión generalizada de la ciudadanía. La causa más profunda de esta situación no hay que buscarla en conflictos puntuales, sino en la política económica extendida por las embajadas. Los empresarios que procuran invertir de manera equilibrada en otros países encuentran poca ayuda e información, pocos estudios serios sobre las posibilidades de una colaboración justa con quienes les acogen. Con sus decisiones, sus bravatas y sus disculpas sucesivas, el Ministerio de Asuntos Exteriores parece sometido a las grandes multinacionales y a los empresarios que pretenden saquear las economías nacionales y esquilmar en pocos años una tierra concebida otra vez como El Dorado. El problema es que esa situación se ha acabado y los países receptores, ahora, no se dejan avasallar por quienes no reconocen que las relaciones ya no son de neocolonización, sino de respeto e igualdad. Serían lógicas incluso medidas de auxilio para compensar los resultados de una nefasta política económica que impulsa ahora a los nacionales a migrar e impone al mismo tiempo la expulsión de los inmigrantes de los propios países a los que se acude.
La incapacidad de mantener en Europa una política de entendimiento con América Latina se ve reflejada en hechos tan pintorescos como inadmisibles en el derecho internacional –sirva de ejemplo la reciente ofensa al presidente de Bolivia, Evo Morales, con tintes colonialistas-, que propician la pérdida de todo el prestigio que le quedaba a España. Y, por motivos históricos, el alejamiento de América Latina supone una inmediata pérdida del peso español en Europa.
La política exterior española sólo parece brillar con satisfacción en países como Arabia Saudí, ejemplo de violación constante de los derechos humanos y de unas condiciones de vida tan serviles como inaceptables.
Así que nuestras relaciones exteriores no están marcadas ni por la defensa de unos valores éticos, ni por un trabajo serio de las administraciones pertinentes en beneficio de los intereses de España, sino por la improvisación y el esperpento. El escándalo provocado por el indulto erróneo de un pederasta español en Marruecos o por el de un joven hispano marroquí que ni siquiera había sido juzgado (circunstancia que imposibilita el indulto) y que fue incluido por el Consulado español de Nador y luego por la Embajada, condensa bien la situación. La búsqueda efectista de resultados en una visita real y el deseo de destacar el buen entendimiento entre monarcas tienen más peso que el trabajo serio y transparente de la Justicia. El disparate -además del conflicto jurídico y del coste económico que supone el caso del pederasta, finalmente detenido en Murcia- es el caldo de cultivo de las sospechas internas y de la pérdida de respeto internacional.
Todos los dislates están siempre acompañados de una falta asombrosa de explicaciones, y es esta falta de transparencia la que contribuye o potencia la relación entre una desorientada y caótica política exterior española y el estado de descomposición actual de nuestra democracia, a manos de un Gobierno más pendiente de sus problemas internos que de gobernar para los ciudadanos.
LA IMAGEN INTERNACIONAL DE ESPAÑA
Me gustaría especialmente que los firmantes de este artículo, que respaldo y apoyo en casi todos sus argumentos, leyeran realmente este comentario y reflexionaran sobre una cuestión que; posiblemente, no han abordado adecuadamente, desde el punto de vista humano y político.
Me refiero al caso del actual conflicto de Gibraltar, que le ha venido de perlas a nuestro gobierno, sino es que lo han provocado directamente para distraer a las masas con una bandera nacionalista de país castigado por la soberbia de la prepotencia inglesa.
Pero el caso es que Gibraltar está ahí y que es una colonia extranjera en nuestro suelo que, periiodicamente, nos recuerda que pintamos menos que un cencerro; esto es, que ni siquiera imagen tenemos, y hay que enfrentarse con ello y no escurrir el bulto como si el caso de Gibraltar no fuera con nosotros
Y perdonen, pero utilizar la frase: “cuestiones viciadas de soberania” no me parece muy afortunada para un país y un pueblo que, tiene que cargar durante siglos con la ignominia de tener una base extranjera en su territorio, que constantemente nos están recordando, como ha sido el caso de los bloques de hormigón para evitar la pesca de nuestros pescadores
Con esto quieren demostrar Ingleses y Gibraltareños “inglesados” que ellos mandan en toda su prepotencia demostrando que nos consideran menos que a una boñiga; y que si tienen más sociedades limpiadoras de corruptos es porque son muy trabajadores, no como los gandules españoles, y que si es un centro de contrabando es porque tienen otra idea de la llibertad y que eso nos lo pueden pasar por los morros cada vez que les de la gana: y esto, tampoco eso es demasiado positivo para la imagen de España como país independiente, fuerte, con peso en la arena internacional incluida la Comunidad Europea.
Lo dicho, creo que habéis caído en la trampa el gobierno de facciosos lo ha hecho de nuevo,
El espejismo veraniego vislumbra su fin
Las tropelías diarias de este PP se han convertido desde hace mucho en inaguantables. Lo que sigue sorprendiéndome es esta «paciencia»de unos ciudadanos a los que se les supone no haber sufrido ningún mal producido por agentes extraños y que los haya idiotizado a un grado preocupante. Sin embargo, solo protestas demasiado atomizadas se producen, protestas sectoriales, no generalizadas y juntos todos en defensa de lo nuestro.
Cierto que nos encontramos todavía en época vacacional y en mes, agosto, en que España se suele paralizar. Hecho increíble en cualquier país civilizado. Aquí, al parecer, todos juntitos «vacacionan» cogidos de la mano.
Quizá por primera vez los españolitos no han hecho el agosto de los hosteleros, que han encontrado su avituallamiento para el resto del año gracias a los de fuera que han soltado su pastuqui. Los de aquí, como en años ya casi olvidados, nevera, tortilla de patata, sombrilla y sillas plegables para la playa. También la casa de los padres en los pueblos dejados tiempo ha. E incluso la piscina municipal y sin salir de la homepropia. Cada cual, como sus penurias le han permitido, pero el rito veraniego se ha mantenido en pie.
La modorra de Gibraltar ha funcionado como el PP quería, también lo utilizó el dictador genocida. Incluso el accidente de la señora Cifuentesles ha servido a estos como anestesia y para demonizar a lo que llaman izquierda radical.
Pero estos días la lluvia y la bajada de temperaturas ha impuesto el quedarse recogido y pensar que el tiempo se acaba. Sí, el tiempo del espejismo veraniego camina a su fin. Y lo que se acerca da miedo, mucho miedo. La lluvia ha limpiado nuestros ojos y ha despejado nuestro cerebro. Comenzamos a vislumbrar lo que nos espera. Rajoy y Rubalcaba han vuelto a sus despachos respectivos y amenazan, cada cual a su manera y desde su posición, pero nada bueno se atisba. De Rubalcaba desistimos hace mucho de ayuda alguna. Lo suyo es perpetuarse en el sillón del money y nada le importan los ciudadanos y sus precariedades. Todo posturitas; alguna que otra palabra, insultante y prepotente, incluso, de su Elena Valenciano, ahora elevada a los altares por algún medio carcundio debido a su visita a la Delegada Cifuentes.
En principio Rajoy se va de viaje por el mundo mundial, Rusia, Argentina, EEUU, y Japón, pasando por Francia, Polonia e Italia. Dicen que es por el bien de España. El caso es que huye de la quema. La maldad está ya escrita. Sus segundones le harán la faena, como siempre.
Nos están esperando unos jugosos regalos envenenados. Ya antes nos subieron el IVA, nos eliminaron la desgravación por vivienda habitual, a los funcionarios los volvieron a dejar sin la extra de Navidad (la catorceava parte de su salario), redujeron el subsidio del paro… creo recordar. Este plato tan sabroso, bien cocinado y adobado, se servirá entre septiembre-octubre, para degustación de los de siempre.
Pero para que nadie se quede con hambre, nuevos menús están preparados, los recortes anunciados en Sanidad y Educación, y siempre quedará en el frigorífico y dispuesto a ser servido otro plato fuerte: las pensiones. A Rajoy se le escapó: «No podemos elegir, no tenemos esa libertad». Y es que nos han convertido en siervos de la Troika, un apéndice de ella. Hemos dejado de ser un país libre, Merkel abuchea a Rajoy y los orines que se le escapan a este se derraman contra nosotros, procurando contagiarnos y humillarnos, algo que no conseguirá.
El ordeno y mando funciona a la perfección en el PP. Todos hablan y actúan como clones. Así que vamos a esperar sus «explicaciones»reiteradas, las mismas, a todas horas y en todos los medios controlados, que son prácticamente todos los convencionales. La Red se les escapa, de ahí el cabreo impertinente de Teófila (qué nombre tan inapropiado para un personaje tan malicios y cruel).
Sabemos que van a machacar con aquello de «es necesario un sacrificio». ¿Sacrificio de quién y para quién? Aquí no nos movemos en el mundo bíblico de sacrificios y promesas para ganarse la voluntad divina. Aquí pisamos suelo firme: Queremos comer como ellos, tener nuestra casa como ellos, llevar a nuestros hijos a escuelas y Universidades públicas con los mejores maestros y especialistas de todo tipo. Y sanar nuestras enfermedades en hospitales públicos, donde se hallan los más prestigiosos profesionales, y los medios más sofisticados, como ellos hacen.
Y todos sabemos de sobra que los repartos en sacrificios no van a ser equitativos. Ni al PP, ni al PSOE, ni a CiU, ni a los Grandes Financieros ni a los Grandes Empresarios les va a tocar nada de nada de esta patata caliente. Ellos se salen de rositas. Somos nosotros a los que mandan que nos sacrifiquemos, como siempre. Estos son los deberes de Rajoy para que nos distraigamos mientras él viaja.
Estos pajaritos del PP temen un otoño caliente. Eso se producirá cuando la conciencia de los ciudadanos se impregne de la cruel verdad y del dolor que nos espera. Cuando esto se halle en pleno funcionamiento nadie podrá pararnos y el auténtico otoño caliente será imparable.
Ahí nos van a encontrar, en primera fila, sin miedo, y con la rabia acumulada que multiplicará nuestras fuerzas hasta lo infinito. Nos llaman rojos revolucionarios, demostremos que sí lo somos.